FALSEDAD

Por su propia naturaleza, suele pasar que creemos es un problema del mundo o de los demás, pero no en un asunto que nos corresponde revisar en nosotros mismos.

“El hombre es una mezcla extraña de verdad y falsedad. Verdad es lo que es.  Falsedad es lo que parece ser”.

Vivir la verdad y caminar en la verdad para llegar a ser hombres y mujeres genuinos es un arduo trabajo, demanda un esfuerzo permanente, similar al de un joyero que pule y talla un precioso diamante.  Si decimos que estamos en conexión con Dios, pero tropezamos mil veces con la misma piedra, mentimos; es falta de sinceridad y no practicamos la verdad. Cuando compartimos unos con otros en un ambiente de armonía, donde reina la alegría y el amor, la vida se llena de brillo y color; vivimos en la luz de la verdad. 

El cambio que el mundo reclama es dejar de fingir o asumir actitudes que no corresponden a la realidad, como cuando se victimiza o se culpabiliza, en una sola palabra dejar de juzgar.  Construir relaciones con personas falsas es muy complicado porque nunca estamos seguros de lo que realmente piensa, siente o va a hacer.  Pueden tener un comportamiento explosivo o por el contrario actuar como lobos vestidos de ovejas. Por lo general el comportamiento falso se rige por la falta de moral o de hipocresía.

La falta de moral hace que el individuo se comporte sin sentir responsabilidad de ser un ejemplo íntegro para su entorno o para sí mismo.  El comportamiento egoísta le conduce a tener actitudes reprochables por la ausencia de valores, normas o costumbres que no reconoce o acepta.  La hipocresía es la inconsistencia entre lo que se dice y lo que se hace, o entre lo que se piensa y siente y aquello que se exterioriza.  Es una manera de esconder los verdaderos deseos, pensamientos y emociones para adaptarse a las expectativas del entorno o sacar provecho de una situación.  Son  aquellos que a la hora de proceder no tienen reparos para señalar a los demás y mucho menos lo harán consigo mismo. Son personas que realmente creen lo que dicen, pero a la hora de llevarlo a la práctica no tiene la fuerza de voluntad o ética suficiente para cumplir, sin embargo seguirán dando cátedra de moralidad. Vale la pena recordar algunos valores morales que debemos cultivar cada día: bondad, generosidad, compasión, lealtad, tolerancia, virtud, honestidad, humildad.

La falsedad es muy común, lo vemos por todas partes; en la sociedad, la política, las familias, las empresas, y porque no reconocerlo en nosotros mismos.  Extirpar ese mal de nuestro interior es urgente y demanda el mayor esfuerzo individual y colectivo.  La mejor manera de relacionarnos consiste en ser auténticos y comprender que en cada uno de nosotros coexisten muchas contradicciones, porque estamos en un proceso de transformación, aprendizaje, crecimiento interior.  Cada uno está en un proceso evolutivo diferente, pero siempre es más fácil ver la espiga en el ojo ajeno, que la viga en el propio.  Es tan sencillo como vivir y dejar vivir.  Los hombres sabios no discuten, dialogan. ¡La sinceridad y el respeto son la base para una buena amistad!   

Espero que en medio de la oscuridad, la soledad y el silencio, encontremos el valor para inspeccionar nuestra conciencia y transformar la falsedad en una verdad que sirva a cada uno para iluminar el camino.

 

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