Las hormonas de la felicidad

De una u otra manera todos buscamos la felicidad.  Los sabios y filósofos nos recuerdan que la felicidad está en nuestro interior.  También los científicos en la actualidad han encontrando, circulando en nuestra sangre, mensajeros llevando a cada célula y órganos del cuerpo una señal de felicidad.  Estos mensajeros son la serotonina, la dopamina y la oxitocina, conocidas como las hormonas de la felicidad.  

 

Serotonina

La serotonina es el químico que se relaciona con una adecuada autoestima.  Una condición indispensable para darle sentido e importancia a nuestra existencia: sentirnos valiosos, aceptados, reconocidos por los demás y por nosotros mismos.  

El respeto por la vida y por nuestros semejantes es esencial para construir una buena autoestima desde la niñez.  El acoso escolar o bullying, el maltrato físico, emocional y la discriminación de cualquier tipo, afectan gravemente la autoestima y en consecuencia deterioran nuestra salud y bienestar.  La clave es brindar seguridad desde el ejemplo, por medio de la coherencia.   

Cuando somos optimistas, irradiamos pensamientos positivos, y traemos recuerdos que nos generan alegría, aumentan los niveles de serotonina y las ganas de vivir.  Cuidado con el dicho popular: “recordar es vivir”, elige bien tus recuerdos y pensamientos, pues ellos tienen la fuerza para atraer en el presente la salud o la enfermedad. 

Los recuerdos tristes o negativos del pasado, disminuyen la serotonina y pueden generar aislamiento y depresión, afectando nuestro sistema inmune. 

Por fortuna la producción de serotonina aumenta con el contacto con la naturaleza, al recibir la luz del sol en cada amanecer y con el ejercicio físico aeróbico preferiblemente al aire libre. Las caricias también ayudan a elevar sus niveles.

Definitivamente ser feliz es cuestión de actitud. ¡Vive en el presente de la mejor manera: desde el Ser!

Dopamina

La dopamina está asociada con el amor, el placer y la motivación necesaria para hacer las cosas. Ese impulso que obtenemos, producto de la satisfacción de hacer las cosas correctamente y vivir con un propósito, es lo que nos genera realmente un bienestar duradero y nos hace progresar en cualquier aspecto de la vida.  

No debemos confundir el placer por el placer, el cual puede resultar negativo y causa por lo general adicción.  El facilismo para conseguir las cosas sin mayor esfuerzo y  con inmediatez, puede afectar los niveles de dopamina. Los bajos niveles de dopamina hacen que las personas caigan en la monotonía y sean más propensas a no encontrarle sentido a lo que hacen, generando inestabilidad, angustia y ansiedad.

Póngase retos, exíjase, supérese a usted mismo. Cultive la voluntad para lograr los objetivos a corto, mediano y largo plazo hasta alcanzar sus metas.  ¡Visualice los éxitos, celebre los pequeños logros, la felicidad es el camino! 

Oxitocina

Conocida también como “la hormona del abrazo”. El contacto es necesario para establecer relaciones reales, estables y duraderas. Es fundamental construir lazos de confianza.  La intimidad es también un asunto de lo sagrado, lo profundo, lo espiritual. Las amistades que duran en el tiempo, a partir de la sinceridad y  la honestidad aumentan la oxitocina. 

Las relaciones verdaderas son aquellas que se renuevan y caminan de la mano superando las dificultades a través del diálogo y la comprensión.  Las relaciones laborales requieren conformar equipos que enfrenten las crisis y que, desde la creatividad, encuentren oportunidades para innovar.  La indiferencia baja la oxitocina.  

En un mundo cada día más virtual el uso inadecuado de la tecnología nos ha distanciado.  Cuando nos desconectamos de los demás, olvidamos que somos individuos evolucionando en una sociedad. En cierta forma la enfermedad es una desconexión.  Somos interdependientes.  ¡Para que vivamos felices, volvamos a mirarnos a los ojos: son el espejo del alma! 

 

Dr. Vicente Ramírez González

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